
Cuando mi abuela iba a hacer la compra no lo hacía sola. La compra en sí seguramente sí pero en el camino de ida y de vuelta al mercado interactuaba. Interactuaba en cada uno de las tiendecillas pero interactuaba con las amigas y vecinas con las que se encontraba en el camino. De allí sacaba información relevante de lo que estaba bien o mal ese día en el mercado, de su experiencia anterior a la compra y posterior. Si un puesto cogía fama de ser limpio eso tenía un tremendo valor. Si de uno corría el rumor de que se habían visto cucarachas ya estaba camino al precipicio. No todos los clientes era tratados igual, por un lado la fidelidad se tenía en cuenta pero por otro el dependiente listo sabía también que algunas de las clientes podían ser muy peligrosas porque eran de las que estaban todo el día cotilleando. Su opinión contaba más. Hoy en día con la aparición del social commerce del que el fCommerce es la insignia se vuelve a la plaza del pueblo. A compartir experiencias.