
Hasta ahora los diferentes tipos de políticas públicas han estado basadas en una mezcla de inercia e ideología:
Sobre lo que ya había se realizaban pequeños cambios para darle un enfoque más social, más liberal, más intervencionista o más lo que queramos. Cada uno ajustando según su forma de entender los objetivos que esas políticas debían producir. Una visión sobre la sociedad que la política intentaba acabar convirtiendo en realidad. Todo basado en intuiciones, creencias. No se escucha a la ciudadanía, no se monitorizan las políticas públicas y su impacto.
Los datos han sido siempre los grandes olvidados. Cosas que en las empresas hace más de un siglo serían inaceptables en el ámbito de la gestión pública se han aceptado como si se tratada de una ciencia social donde la ideología tenía que ser la base no empírica de las decisiones.
Me sorprendió cuando hace ya muchos años tuve la oportunidad de colaborar en el Parlamento Europeo el nivel de datos que se utilizaban allí. Antes de definir cualquier tipo de política se analizaban datos y más datos. Se escuchaba a las partes implicadas y en un proceso lento pero seguro de e doble lectura por parte del Parlamento y la Comisión se acaban pudiendo incorporar muchas ideas a lo que había sido el borrador inicial. Uno de los riesgos allí era que muchos de los datos que se utilizaban provenían de partes implicadas. Recuerdo una vez en el marco de una legislación sobre las telecomunicaciones en España reunidos en un sótano con un expresidente de la CMT como al final muchos de los datos con los que trabajábamos venían de las propias operadoras o de estudios de alguna de las 4 Big Four.
Una de las cosas maravillosas que viví en Europa fue esa visión tan del mundo de la empresa como eran los indicadores. La revisión de los Key Performance Indicators era vital para evaluar expost el impacto que esas políticas iban teniendo. Pensemos como los DESI que publica de forma habitual la Comisión Europea son claros indicadores de la evolución de la sociedad de la información en cada país y en Europa en su conjunto.
La gran diferencia que nos encontramos en estos sorprendentes años ’20 es que los datos ya están a disposición y acceso de todas las instituciones. Muchas veces son ellas miasmas os que los producen, pero no los utilizan. El reto al que nos enfrentamos es como estructurarlos para poder definir los tipos de políticas públicas exitosas y qué cuadros de mando e indicadores definimos para poder ir ajustando esas políticas.
Escucha activa en Políticas públicas
Pero hay un elemento nuevo de análisis de datos masivos que es vital para entender el impacto de las políticas públicas. Se trata de la monitorización de la percepción de la ciudadanía sobre las mismas. Lo que antes se podía hacer mediante encuestas, focus group etc ahora podemos obtenerlo en tiempo real y de forma masiva. Los ciudadanos hablan y se comunican a través de internet, de blogs, de redes sociales, de videos. Toda esa información es ahora susceptible de ser analizada. Estudiar la percepción de la ciudadanía sobre los puntos más positivos y más negativos de cierta política, cuales son los elementos que se relacionan entre sí, como impacta en cada uno de los segmentos sociales, por edades, género o cualquier otro indicador no solo demográfico sino de comportamiento. La tecnología nos está permitiendo analizar la percepción social de cada una de las iniciativas que estamos tomando y así poder ajustarlas para conseguir los objetivos perseguidos.
Las empresas ya lo están utilizando de forma activa desde hace años pero en la administración pública está costando más su universalización. Es como si muchos responsables políticos buscaran solo justificar con datos sus opiniones preconcebidas cuando la sociedad ya les está marcando cuales son sus intereses, valoraciones y preocupaciones. Escuchar para entender es vital hoy más que nunca. Es sorprendente como cualquier proyecto de social monitoring aporta una cantidad de información muy útil incluso a los más expertos.
Porque, aunque tendamos a olvidarlo el conocimiento colectivo es muy valioso. En todos los proyectos que realizamos descubrimos ideas nuevas, relaciones entre conceptos y vinculaciones entre políticas y percepciones que no habíamos tenido en cuenta. Eso es lo que más enriquece a las políticas públicas porque sobre esa base se pueden mejorar y ajustar. No solo a nivel de comunicación, que también, sino a nivel de definición de la propia política.
Sería precioso saber si determinada iniciativa que se tomó ha tenido los resultados esperados y así ir afinando para que las próximas decisiones que tomen nuestros gobernantes se vayan ajustando cada vez más para conseguir un uso más eficiente de los recursos y una consecución real de los objetivos que nos hayamos fijado. Sean los que sean.
Leonard Pera