Turismo regenerativo: el siguiente paso en sostenibilidad

El turismo regenerativo tiene el objetivo de crear valor en un lugar y en una comunidad de acogida, y contribuir a su crecimiento. El modelo regenerativo no se circunscribe a minimizar el impacto ecológico del turismo, sino que anima a los visitantes a dejar el destino mejor que como lo encontraron.
El turismo regenerativo es, por ahora, una amalgama de ideas que se sustancian en múltiples iniciativas. El concepto de regeneración se aplica, desde hace tiempo, en múltiples campos, como la agricultura, la arquitectura o la economía, y se basa en generar las condiciones para que un sistema se auto organice y evolucione.
¿En qué consiste el turismo regenerativo?
Modelos de negocio, como el turismo sostenible y el ecoturismo fijan objetivos de protección ambiental y de las comunidades locales, antes que en las ganancias, pero el turismo regenerativo va un paso más allá: analiza los efectos de los viajeros sobre el medio ambiente, economía, identidad, residentes y cultura de las zonas visitadas.
El turismo regenerativo asume un papel activo en la mejora de las condiciones sociales y ambientales del país anfitrión, y en ayudar a las poblaciones locales a asumir responsabilidades y gestionar sus recursos de forma estratégica. El turismo regenerativo se enfoca en el conjunto de un destino, tanto en las zonas, donde se concentran los atractivos turísticos, como las que se ubican fuera del circuito y resultan beneficiadas si reciben visitantes.
El turista, por su parte, debe tener la sensibilidad de asumir que es un invitado, y participar en iniciativas que le pongan en contacto con la comunidad local. La regeneración se centra en el apoyo de las comunidades locales por parte de los viajeros, formar parte de la recuperación de los territorios, mediante el apoyo a las empresas locales e inversión en proyectos y capacitación para crear los nuevos profesionales. La formación, como motor de cambio, convierte a los residentes en una futura fuente de riqueza para su propia comunidad.
La evolución a este nuevo paradigma debe ser medible. Aunque existen parámetros comprobables, como los índices de emisiones de una instalación, o el bienestar de los trabajadores, no siempre resulta sencillo cuantificar de forma objetiva qué modelo turístico conviene a un lugar. En definitiva, la comunidad local es quien ejerce, como juez respecto a los beneficios que recibe del turismo.
Diferencia, entre turismo sostenible, turismo low cost y turismo regenerativo
En el turismo sostenible, las iniciativas buscan maximizar la eficiencia de las empresas turísticas y minimizar sus efectos negativos. Sin embargo, el turismo sostenible con el medio ambiente es un paradigma de los años 90, basado en minimizar la huella medioambiental del turismo.
Hoy, el enfoque sostenible resulta insuficiente, porque la actividad turística no deja de crecer: según la OIT, los viajes internacionales pasan de facturar 4.000 millones de dólares diarios en 2017, a 5.000 millones de dólares diarios en 2018. El turismo sostenible se basa en ralentizar un proceso degradante del entorno, y el turismo regenerativo tiene como objetivo recuperarlo y mejorarlo para las generaciones futuras.
El modelo low cost es lo contrario de la sostenibilidad y, según algunos operadores, tampoco es exactamente turismo. Si bien es lógico buscar ofertas turísticas con buena relación calidad-precio, el low cost se basa en ofrecer viajes y estancias muy baratos, y nada más: ni se analiza el impacto medioambiental, ni social, ni económico.
Cuando se analizan por qué son tan baratos los precios, las razones suelen relacionarse con servicios de mínima calidad, trabajadores con escasa cualificación y bajos salarios. En última instancia, el turismo low cost se asocia a un turismo de borrachera que aporta poco valor a las comunidades receptoras, causa problemas de convivencia y culmina en el surgimiento de la turismofobia.
Evolución, desde el sobre turismo, hasta el turismo regenerativo
Antes de la pandemia, el turismo es una de las industrias de mayor crecimiento en el mundo. Si bien el turismo contribuye a mejorar la economía de los países receptores, también se producen efectos negativos en el medio ambiente y las comunidades locales.
Durante décadas, el éxito de un destino turístico se cuantifica, según el número de visitantes. Las consecuencias del sobreturismo (overtourism) resultan patentes en ciudades, como Ámsterdam, cuyos habitantes pierden calidad de vida por la afluencia exagerada de turistas y el encarecimiento de alquileres. El mismo fenómeno se produce en ciertas playas paradisíacas de Tailandia, invadidas por hoteles y barcos turísticos, y contaminadas por la deficiente gestión de residuos.
Frente al sobreturismo, ciertas asociaciones y organismos oficiales, como Tourism New Zealand, comienzan a usar otros baremos de medición basados en la sostenibilidad. El Gobierno neozelandés, por ejemplo, además del beneficio económico que genera la industria turística, también evalúan el bienestar que aporta al país, o el impacto en el entorno natural, la salud de la población y las señas de identidad de la comunidad.
El turismo regenerativo engloba y amplía el enfoque sostenible: además de la soluciones que aplican los negocios turísticos para reducir su huella ecológica, se busca que los habitantes locales no sientan la presencia de turistas como una amenaza, sino como algo beneficioso, y se amplía la sostenibilidad turística al bienestar de los residentes y la conservación de los recursos naturales.
Otro enfoque de turismo regenerativo se basa en animar al turista a conocer más su propio país en vez de viajar al extranjero para tener una experiencia placentera: se trata de que la gente combine, si es posible, un viaje nacional y otro internacional, en lugar de dos o más internacionales.
Un ejemplo de este modelo regenerativo de turismo interior lo aporta la oficina: Visit Flanders, que reorienta su oferta para potenciar los viajes por el interior del país. Entre las iniciativas de Visit Flanders destaca el fomento del vínculo, entre visitantes y residentes que comparten la pasión por la Historia en visitas a campos de batalla de la I Guerra Mundial.
Conclusión: ¿se impondrá el turismo regenerativo?
En 2020, la pandemia paraliza el turismo hasta el punto que, según la Organización Mundial del Turismo (OIT), llevará entre dos y cuatro años volver a los niveles de negocio de 2018. En este escenario de reiniciar la actividad, casi desde cero, los operadores e implicados en el sector planifican el modelo en que basar la reactivación del sector. El modelo regenerativo es un paradigma que gana adeptos, frente a otros modelos, como el clásico turismo masivo, el turismo low cost e incluso el turismo sostenible.
Con la mejora de la situación sanitaria, se avecina una explosión del turismo a nivel mundial, y el sector tratará de resurgir mediante ofertas, tarifas y opciones que no existían antes del Covid-19. Tras una primera fase, donde la gente viajará para aliviar la carga emocional de los períodos de confinamiento, vendrá un enfoque del viaje más relajado, donde prima la calidad de la experiencia, más que el exotismo o la lejanía del lugar de destino.
El nuevo paradigma de turismo regenerativo, como motor de cambio en la sociedad de acogida, llega en el momento oportuno y goza de buenas perspectivas. Aún es pronto para saber qué enfoque turístico se impondrá en los próximos años, pero invita al optimismo la concienciación pública, sobre la calidad de vida y el respeto ambiental.
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